Todo era muy raro. Habían hecho todo el viaje sin dirigirse la palabra. De vez en cuando se miraban, para creérselo un poco más, y se rozaban las manos. Como el que se da un pellizco para comprobar que está despierto.
Él se había encargado de todo. Ella apenas podía dejarse ir.
Junto a la ventana del hotel se abrazaban casi por primera vez.
¿Casi por primera vez?
ResponderEliminarQué bien, ¿no?.