21 de julio de 2016

Rehab

He bajado la dosis de las pastillas. Estamos en ello, si. Y comienzan entonces a despertar muchas cosas. 
La verdad, no pensaba que me hicieran mucho efecto, pero sí. Veo que sí. 
Abandono poco a poco el estado de letargo a, por lo que estoy viendo, muchísimos niveles.
De pronto todo se vuelve a dibujar delante de mis ojos, veo mejor. Podríamos explicarlo así, si. 
Las cosas vuelven a tener colores vivos, y olores intensos. Realmente parece que hubiese pasado un año (¡un año!) con una película transparente delante de los ojos que afinaba mi mundo. Como un protector acolchado para que los niños no se den coscorrones contra el pico de la mesa... pues así. Y ¿sabes? también en la piel. Ha sido un año de sentir poco, de tocar poco. Ha sido un año de no poder, no ser capaz de escribir en un papel cómo me siento. Con metáfora o sin ella. Un año de leer por encima. 
Pero hoy, ahora, en este punto de abandono de las drogas, siento la necesidad de tocarme, de olerme la piel. Y de que me toques también. 
He visto que basta un beso suave o un dedo acariciando suavemente mis manos. Oler tu pelo o imaginar historias.

Empieza el viaje de nuevo.

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